Cómo practicamos la Meditación

Cada uno de nosotros es una experiencia única e irrepetible.
Almas en tránsito. Partículas sagradas, diseños perfectos, creados a imagen y semejanza del cosmos y de los componentes de su creación, arquitectura en evolución dimensional,
Proporción áurea.
Diferentes en todos los aspectos de nuestra existencia.
Cada Ser encontrará su forma de meditar.
Cada persona descubrirá y realizará la meditación que mejor se armonice con su naturaleza.
Esto significa: hallar la postura que le resulte más cómoda durante la meditación, el tiempo que dure la misma, el lugar más apropiado para la práctica, y la técnica meditativa que se adapte a su Ser.
Una postura recomendable, es:
Sentados, sobre los isquiones, que son los huesos que se encuentran en el medio de cada glúteo y que se perciben al tacto, que caen perpendiculares al suelo, para que la posición de la columna y de todo el cuerpo sea firme y relajado a la vez, y que pierda peso. 


Es interesante, y además necesario, probar diferentes posiciones: sentados sobre almohadones, de diferentes formas y tamaños, y también, experimentar tanto con sillas, como con bancos de madera diseñados para meditación.
El objetivo es comenzar la meditación cuando estamos totalmente cómodos, y no hay molestias de ningún tipo.

Los ojos permanecerán suavemente cerrados, 
y sin ejercer fuerza alguna.
La lengua flotará, el paladar se aflojará, los labios estarán levemente entreabiertos.
El ejercicio constante de estas posturas posibilitará al meditante, acceder al estado de reposo, sosiego y relajación anhelado. En esta posición, se comenzará a respirar 
suave y lentamente.
Somos seres diversos, somos diversidad. 

Nos dejamos poblar por todas las oportunidades que hagan posible cumplir con el objetivo de habitarnos íntimamente para acceder al estado de profunda paz.
Usualmente, en las técnicas tradicionales, el aire es inhalado y exhalado por la nariz.
También existe la opción de inhalar por la nariz y exhalar por la boca a través de los labios, levemente entreabiertos, exhalando en cada respiración todo aquello que no queremos más, que nuestro cuerpo naturalmente exhala.
Sin juzgamiento de ninguna índole, solo respiramos.
Como dice Juddi Krishnamurti, es dejar de ser el meditador, para ser la meditación...


Se comienza concientizando la respiración, haciendo  respiraciones profundas, lentas y conscientes, invitando a nuestra totalidad a participar del viaje espiritual de estar con nosotros mismos. Una vez establecido este contacto, seguimos con la respiración natural, regular y rítmica.
El momento trascendente de la experiencia de la meditación es en donde el observador y lo observado se funden; el experimentador y lo experimentado se vuelven una misma cosa, y se trascienden las dualidades, alcanzando el estado sublime de unión interior. El meditador adquiere una paz y bienestar interior sorprendente y entiende y conoce íntimamente su esencia, máxima riqueza del Ser.
Esta experiencia de vida, espiritual, de Ser quienes somos como núcleo, y reconocernos en ese lugar, lleva tiempo de práctica constante, firme, insistente, obstinado, regular y tenaz, no existen métodos sobrenaturales ni inmediatos.
Es solo anhelo, entrenamiento y trabajo dedicado al autoconocimiento.
Los niños de este Nuevo Tiempo Espacio, comienzan tempranamente a sentir la necesidad de practicar la meditación como forma de trascender su existencia.
Una persona que por medio de la meditación adquiere paz en su vida, encuentra en su interior la paz que necesita. También le permite vivir de forma simple. Su mente se serena creando a su alrededor un clima de sosiego y de armonía, respetando la vida en todas sus formas, tomando contacto con el pulso vital, energía latente de la vida.

Somos Meditación

Bibliografía: 
Jiddu Krishnamurti
Swami Vishnu Devananda

Gracias! Añay!
KutiMayu

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